Buenos días:
Este es un caso de licencia poética que rara vez he encontrado en mi corta experiencia como lector de poemas. Y como, además, desconozco el nombre que pueda tener, me he visto obligado a escribir el título de esta entrada entres signos de interrogación.
Se trata de un verso cuya última palabra no se ha completado, como sucede con los llamados «versos de cabo roto»:
DLE:
verso de cabo roto
1. m. Métr. verso que tiene suprimida o cortada la sílaba o sílabas que siguen a la última acentuada.
Sin embargo, en el caso del verso que yo llamo «partido», el fragmento cortado de esa palabra no se pierde porque se escribe al principio del verso siguiente.
El único caso de este tipo que yo conocía corresponde a un epigrama de Juan Pérez Creus, en el que opinaba a su estilo sobre la obra de un conocido médico otorrino, don Francico Loredo, «metido» a poeta. (Este epigrama lo transcribí en una de las entradas del Café pero no recuerdo en cuál):
Pon, Paco, a tus musas coto,
abandona la poesía
y dedícate a la oto-
rrinolaringología.
Bien, pero yo pensaba que esto de partir la última palabra no era una práctica aceptada en el mundo de la poesía, sino que formaba parte de la chanza que contiene esta sátira; de manera que la consideré como una «diablura poética», más que como una «licencia poética».
Pero ahora he cambiado de opinión porque días pasados me llegó un libro de sonetos de Carlos Murciano, titulado Sonetos para ella, (Ars poética: clic), que recopila los poemas que compuso para su compañera, Antonia María, durante sus años de convivencia, y también los que ha escrito para ella después de que falleciese, hecho que ocurrió en 2018.
Entre ellos, voy a transcribir el que precisamente presenta un «verso partido»:
DEFINITIVAMENTE
Definitivamente he vuelto. Mira
–última vez– mis ojos de lejano.
Lejos estuve, sí, mas no fue en vano.
Definitivamente, amor, delira.
Delira y nada temas, que de lira
me vestí el corazón. ¿Frágil vilano?
Brújula roja. Mírala en mi mano:
a ti definitivamente gira.
Vengo por ti, niña del Sur, mi norte.
Muerta de tiempo me esperabas viva
y el tiempo ya no es cosa que me importe.
No volverás jamás a ser la ausente.
Vendrás conmigo, sí, definitiva-
mente, sí, amor, definitivamente.
Carlos Murciano.
—–
Así, pues, agradecería vuestros comentarios en relación con esta singularidad poética (que ahora ya la considero una licencia), para conocer su nombre y también la posible existencia casos análogos.
Gracias. Un abrazo. 🙂
Buenas noches:
Muchas gracias por traernos este fascinante tema, Robin. Fíjate, aún no he leído ese último libro de sonetos de Carlos Murciano y te aseguro que ya no se me escapa; desde siempre he sido una admiradora del autor.
Tengo debilidad por esa maravillosa creación terrenal —con la ayuda real o imaginaria de las musas— que es la poesía y adoro su versatilidad, sus infinitas posibilidades y la capacidad que posee de despertar diversos sentimientos y de reinventarse. A mi parecer, ese es un libro excepcional; no ya porque lo ha escrito Carlos Murciano —quien para mí es un verdadero sabio polifacético y, para lo que nos concierne aquí, un genio de las letras—, sino porque es fruto de una vida completa y extraordinaria, con contenidos y rimas cuya belleza y sensibilidad enriquece y conmueve a los afortunados lectores.
Está claro que esa separación de «definitivamente» entre versos favorece la rima y al mismo tiempo que el autor no lo necesita para tal fin. Me parece que es una licencia poética ideada para dar más fuerza al título y tema del soneto, y, en fin, que es una genialidad. Si se conoce a esta separación de palabras entre versos por algún nombre, yo no lo recuerdo, lo siento.
No puedo acabar este primer comentario sin resaltar el verso de cabo roto, ¡qué bien que lo hayas mencionado, Robin!
Me parece otra genialidad poética — en este caso cito de El ingenioso hidalgo don Quijote de la mancha de Cervantes— a pesar de que su uso haya sido limitado —qué pena—. Sí que bastante menos extendido parece el caso que nos planteas, Robin, aunque a mí me encanta igualmente.
Un cordial saludo para ti y todos.
A ver si consigo reproducir aquí parte de un documento que he encontrado en el que se habla de este tipo de verso.
file:///C:/Users/standar/Downloads/La_rima_con_palabras_rotas.pdf
Un abrazo.
Buenos días:
Muchas gracias, Blasita, por interesarte por el tema que he planteado y por tan brillante comentario sobre el verso y su universo, que lo calificas de fascinante y capaz de despertar los mejores sentimientos. Es que para describir la poesía es necesario expresarse poéticamente, como tú sabes hacer.
—–
Muchas gracias, Madri, por tu formidable información sobre este asunto tan particular y a la vez tan interesante.
Me llama la atención lo que dice uno de esos documentos en cuanto a que «muy raramente hallarás estas divisiones en poetas españoles e italianos». ¿Será por eso por lo que nos ha cogido tan desinformados?
Bueno, digamos que eso era antes, porque ahora ha llegado Madri para ilustrarnos con su habilidad ya demostrada en descubrir los recovecos que tiene nuestra gramática en muchos aspectos.
Entonces, para dar un nombre a esa división del verso, yo me quedaría con el que indica el filólogo José Domínguez Caparrós, citado por Madri, o sea, el de cabo doblado, que sería una denominación exclusiva para este caso, invención que este filólogo atribuye a su colega Antonio Carvajal Milena (clic).
También podríamos denominarlo con las palabras encabalgamiento o tmesis, pero estas tienes el inconveniente de que –si bien definen el fenómeno que estamos tratando– no se aplican exclusivamente a la palabra final del verso.
Pues nada más, lo dejo aquí de momento, hasta que lleguen nuevas opiniones. Pero antes me voy a entretener en doblar un par de cabos a mi estilo, o sea, al de andar por casa:
Madri tiene habilidad
para hallar los recovecos
que tiene nuestra gramá-
tica_en las prosas y versos.
De Blasita hay que decir
que ama y siente esta faceta,
pues presente al describir-
la_está su alma de poeta.
Un abrazo. 🙂
Buenas tardes, Robin, Madri y todos:
Debiósele criticar
a Blasita duramente
que haya dejado agramente
su comentario achicar.
Mas no hay que mortificar
a quien solamente erró
cuando lo envió y cerró
sin reparar en su fallo
ni intentar este chafallo
tras borrar lo que borró.
Comprobar definitiva-
mente y ser más reflexiva.
Esto último es un buen propósito. El caso es que había añadido ejemplos y otros comentarios aunque no recordara ese término de Carvajal que, muy oportunamente, mencionó Madri. Mi copia y pega fue incompleto; me disculpo.
Un cordial saludo.
Buenos días:
¡Ay! No te preocupes, Blasita, que son cosas que suelen pasar (a menudo yo también contribuyo a engrosar la fila de ese «suelen») y no hay que lamentar nada ni hay que pedir disculpas 🙂 . Lo dice este ripio improvisado, aunque sincero:
Cualquiera puede tener un olvido,
pero carece de toda importancia
si, a pesar de que medie la distancia,
se produce entre entrañables amigos.
Un abrazo.