¿Conocen algún hecho interesante sobre el transporte en el mundo? ¿Han tenido experiencias curiosas con algún medio de transporte?
He escogido dos experiencias mías de dos medios de transporte público diferentes y de distinto país para abrir boca, unas que me parecieron curiosas en su momento. Esta conversación ha sido concebida para compartir información, experiencias, anécdotas o simplemente comentar sobre cualquier medio de transporte (público, privado, local, etc.), eso sí, en primera persona.
Solía usar a menudo la entrada a la estación de metro Manuel Becerra de la línea 2 de Madrid y, en un país en el que se circula por la derecha, no entendía por qué la entrada y la salida de torniquetes se dispusieron en la parte izquierda en lugar de la habitual derecha. ¿A dónde quiero llegar? A que los pasajeros que salen por la izquierda se dan de bruces con los que han bajado la escalera de acceso al vestíbulo por su derecha y estos últimos se tienen que cruzar rápidamente a la izquierda para llegar a los torniquetes de entrada. Es muy fácil, sobre todo en horas punta (la foto está realizada en horas valle), quedar atrapado entre dos torrentes de gente o ser golpeado por pasajeros apresurados que se desplazan en un sentido que no es el usual para ellos. Tras haberme hallado en estas situaciones y, asimismo, por curiosidad, decidí hacer una consulta a la atención al cliente de Metro de Madrid. La contestación a dicha comunicación, en la que les preguntaba por la razón de esta disposición anómala de tornos de entrada y salida, fue pronta y amable; puedo resumirla en que lamentaban las molestias ocasionadas y trasladaban el escrito al departamento correspondiente para su conocimiento y efectos oportunos.
Un acto que me llamó la atención al comienzo de mi estancia en Australia, en Brisbane (QLD), fue el hecho de que los pasajeros de los autobuses dieran las gracias al conductor justo en el momento de apearse. De esto hace muchos años, pero me han dicho que la tradición continúa.
Recuerdo una noche de sábado en la que cogí el bus para ir del trabajo a casa. No había más pasajeros en el autobús que un grupo pequeño de adolescentes que volvían a casa —iban «contentillos» ellos—. En un momento determinado del viaje nos topamos con un desvío por obras y el conductor empezó a dar vueltas por el suburbio colindante al mío hasta que, no se sabe cómo, aparecimos en una carretera de un solo sentido que se iba adentrando más y más en territorio boscoso. La cara del conductor hacía juego con las nuestras y, aunque en principio no se puede hablar con el conductor en marcha, este terminó pidiéndonos ayuda para orientarse en la oscuridad, puesto que era nuevo en esa línea y, además, llevábamos ya bastante más de media hora perdidos. Para no hacer este relato demasiado largo, diré que acabamos siendo guiados por un coche de policía a la parada más cercana al desvío. Allí mismo se bajó el grupito de adolescentes —en este punto, más que ebrios, preocupados e incluso algo asustados, tanto por la situación como por encontrar el modo de explicar a sus padres la tardanza en llegar a casa a la hora pactada sin parecer que estaban poniendo excusas—, naturalmente, ¡no sin dar antes las gracias al conductor! Tras ellos me apeé yo, sin dar las gracias para pedir a los policías que, por favor, me llamaran a un taxi y, aunque pudo ser cosa mía perfectamente, me dio la impresión de que el conductor me miró mal. Pero ¿por qué iba a darle las gracias? A partir de ese momento y a pesar de que me parecía algo ridículo, siempre di las gracias al bajar de cualquier autobús en Queensland.
I would greatly appreciate any comments you may wish to offer on this topic. Do you have any information or experiences you would like to share? Thank you.
Buenos días:
Bueno, pues vamos allá.
Esto va también de viajes en coche, aunque referido a un trayecto más cortito.
Consejo: Cuando os digan que un radar determinado no funciona, o sea, que solo es disuasorio, actuad siempre como si estuviera en servicio y regulado según la limitación que indica la señal correspondiente. Máxime si tenéis que pasar por ese lugar a diario. 🙂
Para «bajar» a Sevilla desde la urbanización en que vivo, tengo que recorrer un tramo prácticamente recto de carretera que después de sus dos kilómetros tiene una curva que se ha hecho famosa. La velocidad máxima permitida es de 100 km/h, pero se ve que para que los conductores no se embalasen demasiado en la bajada, pusieron una señal de 70 km/h como velocidad máxima un poco antes de la curva, sin olvidar el radar correspondiente.
Tiempo después colocaron otra señal de limitación de velocidad detrás de la de 70, que marcaba 50 km/h, pero sin retocar el radar, de modo que por allí se podía seguir circulando hasta una velocidad de 80 km/h sin salir en la foto. Es decir, que la placa de 50 km/h era disuasoria.
Nada menos que 12 años después, me llegó (a mí y a cientos de conductores) una carta certificada que contenía una notificación de posible sanción, remitida desde el Centro de Tratamiento de Denuncias –que, como bien sabe Kory, tiene su sede en León 🙂 – «por circular a 73 km/h». El importe de la sanción ascendía a 300 euros y conllevaba la pérdida de dos puntos del carné.
¿Qué había ocurrido? Muy fácil, que después de esos 12 años, alguien se había levantado un día con la idea de ajustar el radar a los 50 km/h que indica la placa. Fue una faena, pero lo cierto es que estaban en su derecho y nada se podía objetar ni reclamar. Así que «¡a pagar!»
Pero la cosa no quedó ahí, porque desde la fecha de la infracción hasta la del recibo de la carta certificada (que es cuando me enteré de la nueva situación) habían transcurrido diez o doce días, y en ese ínterin me había cazado el radar cinco veces, ¡cinco! (Y no fueron diez o doce –me pongo malo al pensarlo– porque algunos de esos días me había desplazado en metro).
Consecuencias: Un dineral en multas y la molestia de tener que hacer un cursillo de tres o cuatro días para la recuperación de puntos (que costó otros 300 o 400 euros).
Meses después, al comprobar la sangría económica que habían hecho a tantos conductores, instalaron un enorme panel luminoso, muy llamativo, que advertía de la proximidad del repetido radar. Pues muchas gracias por el detalle.
Alguien me ha dicho que en Inglaterra siempre ponen avisos antes de cualquier modificación, por pequeña que sea, relativa al tráfico; aquí también lo hacemos, no vayan ustedes a creer, pero después de recaudar.
Saludos cordiales. 🙂
Muchas gracias de nuevo, Robin.
Desajustes ajustados a destiempo y, como siempre, para el solo beneficio de cualquier Administración. Ay.
Un cordial saludo.
Hola de nuevo y gracias por vuestras palabras a Blasita y a Robin.
Hoy me gustaría comentaros una noticia aparecida en uno de los periódicos de mi ciudad que ha inundado las redes sociales y que se refiere a la reforma que se está llevando a cabo en el interior del edificio del hostal de San Marcos en León.
Este edificio es uno de los monumentos más importantes del Renacimiento español, con una fachada de arte plateresco de 100 m de largo, orgullo de nuestra ciudad junto con la catedral, San Isidoro, casa Botines, el musac y otros más.
Pues bien, el debate surge cuando se han publicado las fotos de la reforma llevada a cabo en el interior de este edificio Renacentista: tubos plateados, mucho acero y hormigón todo muy brillante y moderno, ideal para un hotel contemporáneo de lujo, pero nunca para un edificio de esta categoría. ¿Donde está el artesonado de sus techos, la escalera principal, la madera? y todas las muestras artísticas (pinturas de la escuela flamenca, tallas de madera, tapices, bargueños, muebles de época…) ¿donde tendrán cabida en este hotel tan moderno?
¿Hasta que punto se puede cambiar el estilo y la esencia de nuestro patrimonio en aras de una modernidad, a mi parecer, mal entendida?
Una amiga en relación a este tema me ha enviado el siguiente whasap:
-será que algún «fato» como dirían en mi pueblo, ha confundido plateresco con color plata… ¡Que pena! –
Os envío el enlace de la noticia. https://www.ileon.com/cultura/112103/escandalo-en-las-redes-sociales-de-leon-ante-la-reforma-del-interior-de-san-marcos
Un saludo
Kory
P. D. Me gustaría conocer vuestra opinión, y seguro que tendréis en mente más de una «reforma» de esta categoría.
Buenas tardes, Kory:
Muchas gracias a ti por participar y por compartir con nosotros este otro tema. Lo que sí que vamos a tener seguramente que hacer, en especial porque lo que planteas es muy interesante y porque pides nuestra colaboración, sería abrir otra conversación para destacar este asunto que se aleja del principal, por razones meramente organizativas; para facilitar la lectura de las conversaciones, para que se mantenga el hilo de la conversación dentro de ellas y para dar visibilidad a temas que merecen tener su propio lugar, como este tuyo. Disculpa las molestias. De momento seguimos aquí. 😉
Te doy mi opinión sobre esa reforma del Parador Nacional de San Marcos en León. Me parece que llega un momento en el que reformar los interiores de establecimientos hoteleros como este se hace necesaria para adaptarlos a la demanda del mundo actual; sin embargo, creo que la estructura principal del edificio histórico se ha de mantener y los materiales y estilo de los elementos introducidos no han de romper el conjunto arquitectónico de la construcción original, de manera que no parezca una mezcla barata de modernidad y clasicismo. Si realmente el estilo industrial de la entrada a la recepción de la foto que ofrece ileón.com es la que va a permanecer, lo veo un despropósito. Creía que la moda de mezclar acero o brillo junto con estilos clásicos había pasado ya hace tiempo y no lo veo ahí.
Según parece, la segunda fase de renovación de interiores, la artística, ha sido «encargado por Paradores a un equipo de alto nivel» —palabras de Marco Romero en el Diario de León—. Espero que las obras inigualables que albergaba este centro se expongan en un entorno conforme a su valía histórica. Este artículo del Diario de León es bastante más optimista con los planes de obras y su resultado.
Insisto en que si los materiales son de calidad —no pladur, cartón piedra o tarima, por ejemplo—, sí que la reforma del interior me parecería aceptable. Hay muchos establecimientos hoteleros donde hospedarse, pero, a mi modo de ver, los clientes de este tipo de paradores no van buscando especialmente comodidad y modernidad, sino la experiencia única de alojarse en un edificio que derroche historia y arte por dentro y por fuera.
Un cordial saludo.
Blasita,
Te pido disculpas por el fallo que he tenido al enviar ésta última participación en el blog, no supe a que apartado enviarlo y por eso me decidí a continuar en este, a pesar que intuía que lo estaba haciendo mal. Mil perdones.
Por otra parte, estoy de acuerdo en todo lo que dices de estas «reformas» en establecimientos hoteleros y que hay que esperar a verlas terminadas, que si no hay más prórrogas en este caso, será en diciembre.
Y sobre todo suscribo el final, ya que pienso que los que se deciden por pernoctar en estos establecimientos van o vamos buscando esos lugares singulares (monasterios, castillos, palacios…) llenos de historia y belleza sin que carezcan del confort de la vida moderna.
Un afectuoso saludo
Kory
Buenas noches, Kory:
No hay nada que perdonar. Gracias de nuevo por pasarte por aquí, por traernos esos temas tan interesantes y por tu amabilidad. En este Café esperamos tu participación con los brazos abiertos, cuando puedas y te apetezca.
Un cordial saludo.
¡Bienvenida, Kory!
Comento aquí y Blasita ya hará lo que sea necesario.
Me he alojado en algunos establecimientos como el de San Marcos y nunca he visto esos horribles tubos plata brillantitos colgando para allá y para acá en el interior (ni en el exterior, claro). Estoy con Blasita en que llega un día en el que remozarlo es necesario aunque siempre manteniendo su integridad histórica. Kory, yo tampoco veo quitar un artesonado y tapar con pladur o colgar las pinturas en una pared modernista. Es buenísimo ese whatsap de tu amiga, es tal cual.
Como seguro sabrás en Ávila hay numerosos edificios históricos pero no recuerdo ahora ninguna reforma que haya chocado grandemente con la arquitectura original (menos mal). No entiendo el afán de modernizar todo cuando tenemos un patrimonio histórico inigualable, creo que es más bien una manía actual por cambiar cosas del pasado para anular la historia y el arte de este país.
Saludos cordiales
Buenos días:
No hay mucho que añadir a vuestros sensatos comentarios, Kory, Blasita y Monic, sobre las obras realizadas en el Hostal de San Marcos, pero me llama la atención el hecho de que esas reformas no hayan sido conocidas por los leoneses hasta ahora, que ya están casi concluidas, lo cual quiere decir que se han llevado a cabo a espaldas del pueblo y con el mayor sigilo. De lo contrario, muchas de las asociaciones culturales leonesas habrían denunciado el proyecto de reforma desde su inicio, y los ciudadanos de algún modo habrían reaccionado. Pero, lamentablemente, ha vencido otra vez la política de hechos consumados.
En cualquier caso, nuestras opiniones serán más certeras cuando visitemos ese lugar. Así que ¡todos a León! 🙂 (Pongo la foto como gancho).
Saludos cordiales.
Muy buenas. En un mundo en donde cuanta más velocidad mejor medio de transporte, ¿por qué no volvemos a los orígenes? Muchos chicos de ahora seguro lo ven estúpido pero yo quiero traer aquí al burro como transporte.
Un sábado de verano de cuando era adolescente (muy adolescente, jejeje) nos fuimos de marcha el grupo que empezamos a dar caminatas por los montes de Ávila. Era agosto y esperábamos que hubiese alguna tormenta pero como conocíamos bastante bien la zona del monte por donde íbamos a caminar ese día no pusimos más medidas de seguridad que las normales. A medio camino, de repente los nubarrones negros empezaron a soltar granizo de tamaño de pelotas de golf. Poco pudimos hacer estando en una llanura que intentar protegernos con la lona, las mochilas y cualquier cosa que teníamos a mano. Era tanto y tan fuerte que atravesó la loneta y todo lo que pillaba. Corrimos y corrimos hasta que nos separamos de las sendas que conocíamos hasta que nos vimos perdidos y empapados. Logramos llegar a un camino en el que pasaba una camioneta con burros y éste nos llevó a la civilización más cercana para que llamáramos a nuestros padres para que nos fueran a recoger. El generoso dueño de los burros nos dejó montar un rato en ellos y luego los cepillamos, todo mientras esperábamos a nuestros familiares. Dimos las gracias al ganadero y a sus dóciles burros: ¡por los burros!
Hola Monic, blasiteros:
Hablando de estos dóciles animales, los burros, recuerdo un encuentro con uno de ellos cuando yo debía de tener unos doce años.
Un grupo de amigos habíamos salido, como tantos otros días, en bici, y nos dirigimos a un pueblo cercano al nuestro. Era verano, cerca del mes de la vendimia, las uvas estaban maduras y como chiquillos que éramos, nos paramos en una viña a coger racimos de uvas. Y recuerdo, igual que los demás, que llevaba la bici del manillar así como las uvas robadas, por lo que conducía como bien podía. La suerte era que íbamos por un camino vecinal que apenas pasaba nadie, hasta que de repente apareció delante de mí una señora subida en un burro. Yo empecé a dar bandazos con la bici hasta terminar dándome de «bruces» con el burro y la señora. Os podéis imaginar como se enfadó la señora, y yo entre las uvas, la bici y el burro no sabía que hacer.
Lo bueno fue que la señora era conocida de mis padres y cuando me vio otro día en el pueblo me reconoció y terminé dando un paseo, toda orgullosa y feliz, subida en el burro.
Un abrazo y buenas noches
Hola:
Mil gracias, Monic y Kory, por esos relatos tan entrañables, con el burro como protagonista.
¿Alguien se ha subido alguna vez a un tren o autobús con cabras, gallinas u otros animales de granja? Yo lo hice en India y en Centroamérica, aunque de esto hace mucho, mucho, tiempo. Supongo que estos viajes serán perfectos para inmunizar el cuerpo contra millones de bacterias y virus. Ya no me acuerdo de todos los viajes, ni mucho menos, pero sí recuerdo uno interminable en el que una cabra se soltó y saltó por la ventana del bus en el que viajábamos. Con el calor que hacía, lo apretados que íbamos y los botes que iba dando el autobús, yo misma hubiera escapado como fuera. La saltarina cabra se hizo daño en una pata y fue atendida in situ por uno de los viajeros que supuestamente tenía algunos conocimientos veterinarios. Como yo era una cría, me tiré tiempo preguntando por la cabrita que se había hecho pupa por todos los lados. Parece que no fue tan grave y esa vez parece que todo tuvo un final feliz; aunque también pudo pasar que me mintieran para quitárseme de encima.
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De muy joven estaba trabajando en Madrid y conducía mi primer coche, de segunda mano, cuando me empezaron a llegar a casa multas y más multas por circular a una velocidad muy superior a la permitida en distintas zonas de la capital en las que presuntamente había estado, por aparcar de manera habitual en doble fila allá y acá, por saltarme todos los semáforos del mundo y tropelías parecidas —el vehículo de las fotos y descripciones no coincidía con la marca de mi coche ni con su color; alguien había sido tan listillo como para circular con una matrícula ficticia que coincidía con la mía, conque yo era culpable de todo ello—, hasta que un día en el que me dirigía en mi coche hacia la empresa en la que trabajaba, un coche de la policía se puso delante de mí y me dio el alto. Me pidieron la documentación, me hicieron bajar del coche y me preguntaron por qué no había atendido al requerimiento de presentación en la oficina. Yo les dije que no había tenido tiempo y que pensaba pedir permiso ese mismo viernes para ir y solucionar lo de esas multas que no eran mías. Entonces me dijeron que el requerimiento al que se referían era el de presentación en la comisaría de policía por el delito de conducir en sentido contrario por una autovía. Me quedé de cuadros porque yo no había recibido nada parecido, solo lo de la DGT. Me enseñaron una copia de un documento certificado cuyo recibo había sido firmado por mi madre; yo no vivía en el domicilio familiar y ella no me había mencionado nada. A pesar de que ya me veía esposada y arrastrada a la comisaría más cercana, tras examinar los otros requerimientos en los que se veía que no correspondían a mi vehículo, me dejaron ir con la condición de que aclarara todo al día siguiente.
He de decir que tuve más problemas en la DGT que después en comisaría, pues, aun teniendo los originales de la documentación de mi coche delante de las narices, el oficial de turno de la DGT seguía diciendo que ya me dirían lo que fuera cuando estudiaran el caso.
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Aun cuando estos dos anécdotas no son muy especiales, quería compartirlas con todos vosotros.
Buen jueves para todos. Gracias por estar ahí.
Buenos días:
No nos has dicho, Kory, cuál es la opinión mayoritaria de los leoneses –y la tuya– acerca de las reformas realizadas en el Hostal San Marcos, vistas ya en vivo y en directo. Seguramente habrá división de opiniones, ¿no?
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Y hablando de paradores me he acordado de un hecho (no es un anécdota mía sino un caso que conocí de primera mano, relacionado con un hotel) ocurrido en el año 1993, que os lo voy a contar para daros un poco la tabarra, je, y además para dar continuidad a esta estupenda sección que creó Blasita:
Ese verano fuimos de vacaciones a Cantabria y nos alojamos durante un par de semanas en una población costera llama Isla. Algunos días fuimos a la playa pero la mayoría de ellos los empleamos en visitar parte de la región. Además de ir a la capital y a las poblaciones más importantes y famosas (Santillana del Mar, Comillas, Castro Urdiales, etc,) fuimos también a conocer algunos pueblos del interior, como Bárcena Mayor, Liérganes, Carmona, y otros que ahora no recuerdo, todos ellos declarados «Conjunto Histórico-Artístico» por su bella arquitectura típicamente montañesa.
Al grano: Estando en Carmona nos dio la hora de comer y fuimos a un hotel llamado Parador de Carmona. Nos atendieron muy bien y, ya al final, el dueño nos dio un poco de conversación y amablemente no informó de lo que merecía la pena ver por allí. Todo fue normal hasta que le dijimos que éramos de Sevilla, jajaja, porque a continuación soltó una palabra, que no puedo reproducir, que nos hizo temer que él tenía algo contra los sevillanos. Era lo inmediato, pero no, no fue por eso, sino por el caso tan curioso que nos contó, que ahora os paso a grandes rasgos:
Habla el hotelero: Una tarde del pasado verano llegaron juntas dos familias alemanas al hotel (habían reservado desde su ciudad) que ocuparon cuatro habitaciones. Dieron un paseo por el pueblo y después vinieron a cenar al hotel. A todos se los veía contentos. Lo normal en vacaciones.
Al día siguiente desayunaron aquí también y, en cuanto terminaron, me hicieron la siguiente pregunta: ¿Cuál es el mejor camino para llegar al recinto de la Expo-92? (¡Mamma mía!, yo no sabía dónde meterme).
Resulta que ellos habían venido a España para visitar dicha exposición universal que precisamente está teniendo lugar en vuestra ciudad, y era evidente que su agencia de viajes había cometido un error imperdonable.
Se puede decir que había una explicación (no una justificación), ya que, como sabéis, en Sevilla hay una población llamada también Carmona, cercana a la capital, que casualmente tiene un parador nacional. Quiere decirse que la agencia había hecho las reservas para este hotel privado llamado Parador de Carmona (Cantabria) en vez de hacerlo para el Parador Nacional de Carmona (Sevilla).
No os podéis imaginar –concluía el dueño– cómo se quedaron cuando les dije que estábamos a más de 800 kilómetros de la exposición. Eran caras indescriptibles. Y algunas señoras hasta lloraban. 🙂
Saludos cordiales.