Saludos cordiales, queridos concurdáneos:
¿Quién no la ha pifiado alguna vez en la vida? Cualquiera; equivocarse es de humanos. Pifias las hemos tenido de todas clases y colores, desde esas que pasan desapercibidas hasta aquellas que, una vez nos percatamos de la metedura de pata, deseamos fervientemente que nos trague la tierra. Pero, tal como dije antes, son errores perdonables para las personas de a pie.
¿Pero qué ocurre cuando son cometidas, y además quedan negro sobre blanco para constancia innegable ad perpetuam, por aquellos profesionales o medios de comunicación a los que se le supone por oficio una rigurosidad en el desarrollo de su trabajo? Hablo de redactores, periodistas y escritores que de vez en cuando van dejando algunas perlas por ahí repartidas ejemplos del desajuste del idioma o de supuestos conocimientos que ciertamente no lo son.
Esta sección he querido llamarla así porque pretendo que sea, con la colaboración de ustedes, una recopilación de pifias que son ejemplares porque son ejemplos de pifias pifias: en periódicos, libros, folletos, carteles…, en cualquier soporte de letras que puedan ser fotografiadas y llevadas a este estrado como prueba del delito.
Eso sí, se tienen ustedes que tomar el trabajo de hacerles la foto y volcarlas aquí. Bien, si eso excede a su capacidad operativa o sencillamente son ustedes unos flojos, pueden aportar aquellas pifias flagrantes que han pasado a la historia de puntillas. Por ejemplo: ¿recuerdan aquello que escribió nuestro paisano de D. Robin y mío ‘cuando clavas en mi pupila tu pupila azul’? ¿Hay pifia o no hay pifia ahí?
Pues dejemos la teoría y vayamos a la práctica: ahí tienen la pifia inaugural de este hilo que es de todos ustedes. Díganme, ¿qué coligen al leer ese titular?
Buenas tardes:
Muchas gracias, Robin, por tus comentarios.
Me ha alegrado mucho que hayas comentado sobre los extractos de esa carta que he incluido en esta entrada de Milord, y es que, además, lo que has dicho coincide totalmente con esos comentarios lingüísticos que dije que yo añadiría a esas tres faltas gramaticales de la citada carta. No quise adelantar nada sobre ellos, y, así, quise esperar a leer vuestros esperados comentarios. Ese Catalunya también me parece otro error —naturalmente desde el punto lingüístico, que es de lo que estamos tratando aquí—. Me gusta que la RAE no haya sucumbido al cambio del lenguaje simplemente por determinadas presiones políticas. «Cataluña» es como siempre se ha conocido a esta región, autonomía, en castellano y, por tanto, me parece fuera de lugar escribir Catalunya en un texto escrito en español; al igual que me resultaría extraño escribir, por ejemplo, New York, London, München, Bretagne en una carta formal en castellano. Quién sabe lo que pasará en un futuro, naturalmente; es muy posible, viendo la tendencia actual, que las Academias acepten otros topónimos porque su uso se considere habitual en español. En fin, en el caso de esta carta enviada por el Sr. Puigdemont al Sr. Rajoy, yo, hoy, hablaría directamente de graves errores por parte del primero.
Buenas noches, amigos blasiteros:
«El presidente podemita del Parlament, multado con 600 euros por resistirse a la Guardia Civil».
Este es el cabecero de una noticia publicada hoy en elmundo.es .http://www.elmundo.es/baleares/2017/02/23/58aee28c46163fc7218b4666.html
Más allá del contenido del artículo y de la persona multada, quería preguntaros si os parece adecuado que un periódico serio utilice el término «podemita» para referirse a un miembro de Podemos. Yo creía que ese apelativo contenía cierto matiz burlón o despectivo, porque siempre lo he oído en boca de sus adversarios políticos.
A mí me suena igual de mal que si hubieran hablado de cualquier presidente del PP llamándolo «pepero» o «sociata» en el caso del PSOE, pero puede que sea una impresión muy particular, por eso os agradecería vuestros comentarios.
Un abrazo
Tengo la misma sensación que tú, Madri. Me resulta algo despectivo. Sin embargo, me asalta una duda: si hablamos respetuosamente de los del PP, podemos llamarles «los populares» y a los del PSOE «los socialistas», pero ¿existe un nombre «formal» para los miembros/militantes/votantes de Podemos?
Hola, Madri, Nibbles y todos:
Creo que lo más normal sería que se llamaran podemistas, que sería ese «nombre formal» por el que pregunta Nibbles. El sufijo -ista es el más productivo en estos casos en español: comunista, europeísta, peneuvista, etc. Yendo a la pregunta de Madri, a mí también podemita, como a vosotras, me resulta despectivo. Si quiero quitarle esa connotación negativa, normalmente hablo de los de Podemos.
Es curioso por qué se ha extendido podemita en lugar de podemista. Mientras que a mí el sufijo -ista me sugiere ‘ser partidario o seguidor’ en general, asocio más -ita con ‘ser creyente o seguidor de una religión determinada’, como en jesuita, chiita, ismaelita, adamita, especialmente con un sentido de apartamiento de la tendencia general o de controversia. Me parece que podemita se ha podido establecer por todo esto.
Un cordial saludo.
Muchas gracias, Blasita, por dar una respuesta, razonada, como siempre 😉
Gracias a ti, Nibbles; pero, espera, por favor: a ver lo que Madri y otros tienen que decir al respecto.
Independientemente de si hay más comentarios sobre la pifia que nos ha traído recientemente Madri o de cualquier otra que haya aparecido en esta entrada de Milord (estaríamos encantados de leer cualquier comentario sobre lo dicho anteriormente: clicar en «Responder» detrás de cada comentario que introduce una determinada pifia/un subtema, por favor), me gustaría presentar ahora yo otro error que se repite bastante a menudo.
En la Ortografía de la lengua española (RAE, 2010) y en otras obras de la misma índole se establece que detrás de pero no se debe usar coma cuando va seguido de una oración interrogativa o exclamativa. Cito del apartado 3.4.2.2.3.2.1 de la citada obra: «La tendencia a escribir coma tras la conjunción en estos contextos es fruto del deseo de reflejar en la escritura la inflexión tonal que se produce en la cadena hablada al pasar de la modalidad enunciativa (pero …) a la interrogativa o exclamativa (… ¡qué barbaridad!). Se trata, sin embargo, de un reflejo innecesario —pues el cambio de modalidad queda patente con la escritura de los signos de interrogación y exclamación tras la conjunción pero— y contraproducente desde el punto de vista sintáctico, pues no deben separarse en un grupo conjuntivo la conjunción y su término, esto es, la secuencia que introduce».
Como se puede ver en el extracto de un artículo que adjunto (de El País del pasado domingo), no es raro encontrarse con la coma en estos casos. Aunque supongo que es un tema recurrente en Internet, me gustaría saber si vosotros, los blasiteros y todos los que leéis este sitio, consideráis que es una pifia ejemplar, un error gramatical perdonable o una simple alternativa o preferencia.
Gracias.
Hola, soy Abejaruco y soy infractor ortográfico.
Reconozco que conocía esta regla ortográfica y siempre me pareció muy poco acertada así que jamás la cumplo. Por supuesto que siempre pongo la coma e, incluso en alguna ocasión, la sustituyo por unos preciosos puntos suspensivos para que el lector perciba de manera irrefutable mi inflexión tonal al escribir la frase.
Un saludo
Buenos días:
Yo no bebo, pero estoy totalmente de acuerdo con Abejaruco. Lo digo en serio e intentaré explicar por qué.
Pero antes, un pequeño inciso: la entrada autoinculpatoria que ha hecho Abe me ha recordado aquello (no sé si lo habéis contado vosotros en «chistes lingüísticos» o en qué otro sitio lo he leído) de que la diferencia entre un alcohólico y un borracho reside en que éste no tiene que ir a esas tediosas reuniones.
Y hecha esa importante aclaración, paso al asunto que nos ha traído nuestra estimada directora. Hola, Blasita: considero que el tema que planteas es muy interesante. Lo es por sí mismo y también porque da pie a hablar de esa aspiración que yo creo que todos tenemos de conseguir que al dirigirnos a otra persona por escrito, la exposición le llegue de la forma más parecida posible –en cuanto al fondo, la intencionalidad, el propósito…– respecto a lo que se entendería si esa manifestación se realizase mediante el lenguaje oral, que es el medio de comunicación por excelencia.
Sin embargo, eso no siempre es posible porque, si bien el lenguaje escrito ha creado multitud de elementos gráficos para aderezar cada caso convenientemente, en realidad no es nada fácil trasladar al papel el sentido de una frase expresada verbalmente, en la que intervienen los gestos, el tono, la cadencia, la emotividad e incluso la mirada de la persona que habla.
Y esos matices son los que los escritores se ven obligados a describir en los pasajes de sus obras en que hay diálogos, y lo pueden hacer porque se refieren a terceras personas (–Entonces, ¿qué cabe hacer en este caso? –preguntó Julio tímidamente, al tiempo que alzaba los hombros y dejaba ver en su rostro una expresión mezcla de contrariedad y desaliento.), pero uno no puede hacer eso consigo mismo cuando se dirige por escrito al prójimo. Y esa es la cuestión.
No obstante, me parecería una loable actitud el seguir intentándolo.
Bien, pues todo eso, que ya lo sabíais vosotros de sobra, me vale para entrar en el tema que ha planteado Blasita y en lo que opina de ese «pero, ¿» la Academia a través de la Ortografía de la lengua española:
Dice la Ortografía que poner dicha coma «fruto del deseo de reflejar en la escritura la inflexión tonal que se produce en la cadena hablada […] es un reflejo innecesario».
Muy bien, admito lo que prescribe ese texto porque habrá muchos casos en que la pregunta a la que da entrada ese pero no tenga nada de extraordinario, como sucede a mi juicio con esa frase de El País (aunque todo es subjetivo); luego yo ahí prescindiría de la coma. Sin embargo…
Sin embargo, no puedo estar de acuerdo con que esa norma sea aplicable a todos los casos de este tipo que se puedan presentar, ni mucho menos. Es que lo que indica la norma equivale a dar por hecho que siempre hablamos en el mismo tono (?): ahí no se admite, pues, que la pregunta que se formule después de un pero tenga mayor intensidad, mayor gravedad o mayor trascendencia y que por ello precise una pausa más larga después de la conjunción; o que se haga esa pausa simplemente porque se desee crear cierta expectación, como se suele hacer en el lenguaje oral; o también porque la pregunta produzca un choque por oposición a lo dicho anteriormente (por algo pero es una conjunción adversativa); etc.
Pues nada de eso prevé esa norma; así que emplee usted el tono monocorde, y hable usted siempre to seguío, no vaya a ser que se resienta la sintaxis. (Pues anda que si se enterasen de que yo a veces –si la ocasión lo requiere– hasta escribo esa conjunción con las cuatro letras mayúsculas…).
Quiere decirse que ese loable intento que antes mencioné, respecto a acercar el lenguaje escrito al oral, a la Academia no le interesa por el momento.
Por todo ello, me declaro públicamente –como Abejaruco– un infractor ortográfico.
Buen fin de semana a todos. Un abrazo.
Buenas noches:
Muchas gracias por vuestros sabios comentarios, Abejaruco y Robin.
El caso es que no en todos, todos los casos la pausa que se da en la lengua oral se traduce en coma en el lenguaje escrito, como por ejemplo entre sujeto y predicado. En el caso de este pero (aunque, mas, etc.) parece que se da más importancia a la gramática y, por tanto, la coma detrás de la conjunción adversativa y ante los signos de interrogación y admiración se establece como incorrecta. Hablando en general, tengo que decir que el uso adecuado de la coma a mí me parece un tema complicado. Creo que es necesario que haya reglas ortográficas, y las sigo siempre que puedo; lo que sí me gustaría es que se intentara mantener una línea —más tajante o más flexible— y, en fin, que se sea siempre constante y coherente.
Tu exposición sobre este tema y la distinción que propones, Robin, me parece razonable y muy buena: gracias. Mi opinión es que este podría considerarse un caso de coma opcional.
Un abrazo.
P. D. Cualquier otra opinión es bienvenida, como siempre.
Buenos días:
Estoy de acuerdo contigo, Blasita, en que también para la ortografía ha de haber unas normas que regulen su ejercicio convenientemente, normas que están ahí, establecidas por la autoridad académica, y que los usuarios debemos respetar. Pero también coincido contigo en la idea que has apuntado en cuanto a que esas reglas deberían tener alguna flexibilidad.
Y al tocar este punto, alguien me podría preguntar: ¿Por qué ese empeño suyo en que las normas sean flexibles? ¿Acaso no puede usted expresarse con entera libertad sobre cualquier materia sin necesidad de salirse del sistema establecido? Y la respuesta mía sería afirmativa, sin duda, pero añadiría lo siguiente:
Me cuesta admitir que la comunicación hablada y la comunicación escrita sean dos mundos separados, totalmente independientes, como parece que los considera la Academia; y eso se deduce del contenido de determinadas prescripciones que velan por el buen uso del lenguaje escrito, aun a costa de distanciarlo más del lenguaje oral.
Quizá sea una obsesión mía, ya que nunca oí a nadie plantear una reivindicación de este tipo, pero el caso es que yo estoy plenamente convencido de que debemos buscar fórmulas que permitan transmitir por escrito cualquier manifestación mediante frases que contengan esos matices –o, al menos, parecidos– que a menudo subyacen en las frases dichas verbalmente, ya sean de alegría o de pena, de entusiasmo o de disgusto, de severidad o de desenfado, de literalidad o de ironía, de tranquilidad o de preocupación…
No digo yo que esa empresa sea fácil, ni mucho menos, pero no estaría mal que fuéramos iniciando el recorrido e ir avanzando poco a poco, para lo cual la Academia debería ir haciendo concesiones en lugar de poner piedrecitas en el camino.
Entre infinidad de ellos, voy a citar un solo ejemplo. Es un caso del todo intrascendente –ya lo advierto– pero creo que puede servir como botón de muestra:
Estamos charlando vis a vis Abejaruco y un servidor de ustedes (lo nombro a él porque también está inmerso en este tema). De pronto, él me da una respuesta acertada a una adivinanza (como no 🙂 ) que yo le he planteado. Entonces, con alegría y satisfacción le contesto con una frase que verbalmente sonaría más o menos así: «¡Sí señooor!».
Bien, y ahora montemos la misma escena pero a distancia, de modo que la comunicación es por escrito. En este caso, como las normas no permiten que me exprese al estilo del párrafo anterior, tendré que escribir mi contestación de este modo: «¡Sí, señor!», con coma incluida, que, lejos de expresar entusiasmo, parece más bien la contestación de un militar que acata la orden de su superior.
Lo de alargar las vocales lo doy por inalcanzable, pero por lo menos, señores académicos, para empezar permitan que manejemos las comas, tanto para eliminarlas –en casos como este– como para incluirlas –en casos como el que planteó Blasita– para que (y ahora voy a cometer otra infracción) PODAMOS DECIR LO QUE QUEREMOS DECIR. ¿O eso es mucho pedir?
Por ello, y ya termino (no sé si el uso no justificado de la negrita también es una transgresión), al punto 1.2.3. de la página que el DPD dedica a la coma, yo le cambiaría su redación actual,
«Cuando los enunciados son muy breves, se escribe igualmente coma, aunque esta no refleje pausa alguna en la lectura: No, señor; Sí, mujer».
por esta otra:
Cuando los enunciados sean muy breves, se escribirá o no una coma, en función de la forma (con o sin pausa) en que cada caso se exprese verbalmente: Sí, mujer; Sí señora.
Perdonad una vez más el rollo. Un abrazo.
———
Y para compensar, podéis salir un ratito al recreo (en «Se levanta el telón»). 🙂
Buenas tardes:
Con toda franqueza os digo que el propósito de la transcripción que voy a hacer del párrafo siguiente no es el de humillar a la persona que lo ha escrito (que probablemente en su oficio es un portento) sino todo lo contrario, es decir, el de subrayar la valentía que demuestra al expresarse públicamente a través de un medio que le es ajeno, con tal de que quede constancia de su opinión (que en realidad se entiende), respecto, en este caso, a la formación política Podemos.
Además, lejos de esconderse tras un alias, firma el comentario con su nombre (compuesto) y sus dos apellidos:
«toda mi enora buena ya asia farta en este pais que agunas personas luchara por todos yo si empre abotado al sosialista ya beo que solo mira por eyos yo soi de un pueblo de cordoba puente genil y me gustaria poder luchar contodo bo otros aqui nose si tenai sede o donde yo puedo y a echas una mano para todos podai contar con migo un cordias saludo
Publicado por X | 18/07/2014 13:14:49»
Esto me recuerda aquel caso en que un operario (que era un gran profesional) del grupo técnico que estaba a mi cargo me dejó cierto día encima de mi mesa una nota que hacía referencia a un incidente ocurrido en la calle Serbante de aquella localidad. Bien, pues os prometo que al pronto no me di cuenta del despropósito y pensé que realmente allí existía una calle con ese nombre.
Supongo que estas dos personas realizarían sus estudios primarios allá por los años 50, en los que la escolarización creo que era obligatoria hasta los 14 años, aunque tal vez no hubiera un buen control por parte del Estado en ese sentido, o hicieran la vista gorda en los casos en que la ayuda de los niños en el trabajo de la familia era necesaria para su subsistencia. En fin, tristes situaciones de tiempos que ya pasaron, afortunadamente, pero cuyos efectos se pueden ver aún hoy en día.
Cualquier comentario vuestro sobre este tema será bien recibido.