Tengo que reconocer que no supe exactamente a lo que se referían cuando me contaron que habían abierto una nueva tienda de perfumes alternativos en el barrio.
Lo primero en lo que pensé fue en la medicina o el cine alternativos, pero, en el caso de los perfumes, más que emplearse como oposición a lo tradicional o establecido, el uso de «alternativo» parece estar en consonancia con la segunda acepción del DRAE (2. adj. Capaz de alternar con función igual o semejante.). Luego serían perfumes que alternan con sus hermanos mayores y obtienen resultados iguales o parecidos.
A esa segunda acepción de «alternativo» que aparece en la 22.ª edición del DRAE en línea le seccionaron el ejemplo —«energías alternativas»— en la enmienda propuesta para la edición 23.ª del Diccionario. Añado «propuesta» porque, gracias a la respuesta de la Academia respecto a la enmienda de suite, sabemos que los artículos que aparecen, a día de hoy, como enmendados en el DRAE en línea no tienen que figurar necesariamente en la nueva edición. Me pregunto cuál fue la razón para esta propuesta de enmienda. Quizá algunos pensaran que la energía eólica no es capaz de alternar con función igual o parecida con la nuclear, por ejemplo.
«Perfumes alternativos» parece ser, entonces, una alternativa —fina— para hablar de perfumes de imitación: malas, menos malas, iguales, buenas o muy buenas imitaciones. Claman ser extraordinarios y que solo tu bolsillo notará la diferencia. Hablando en plata, perfumes que podrían venderse en un mercadillo o en un «chino» y que dan el pego.
No sabía que el término «alternativo» se podía usar con los perfumes pero no con las fuentes de energía. Por cierto, en la entrada «energía» dejaron el ejemplo. Tal vez vayan actualizando por partes.
Ante los elevados costos de la construcción tradicional de bloques, cabillas y concreto, he oído hablar con mucha frecuencia de «Métodos de construcción alternativos», como petrocasas (casas plásticas), casas container, de anime, etc. En este caso, cualquiera de ellas cumple con la función de no dejar que nos mojemos o que nos depelleje el sol.
¡Saludos cordiales!
Curioso el asunto este del adjetivo alternativo que, según la RAE, podemos usar para calificar algo como opuesto a lo común o a los modelos oficialmente aceptados en medicina o cultura y como capaz de funcionar de manera igual o semejante en el caso de la energía. Entonces tenemos un mismo término que podemos usar como algo opuesto a lo oficial; o sea, algo novedoso, revolucionario, reivindicativo, etc… o bien como algo similar, que funciona igual que algo que ya conocemos y que puede sustituirlo perfectamente.
Supongamos entonces que yo quiero decir que un cierto tipo de medicina, por ejemplo la china, es igual de efectiva que la occidental y digo que es una medicina alternativa atendiendo a la segunda acepción de la RAE. Ahora supongamos que quiero decir que la medicina china es una patraña y que sólo la usan los elementos contra-culturales de la sociedad por pura oposición al sistema y entonces digo que la china es una medicina alternativa atendiendo a la tercera definición de la RAE. Con lo rico y versátil que es el castellano, ¿no tenemos por ahí algún otro adjetivo con el que expresar de manera más clara lo que queremos decir?
Por cierto, ¿qué es la cultura alternativa?. Algo a lo que llamamos cultura por llamarle algo porque no la entendemos o la aborrecemos o bien algo que disfrutamos de igual manera que la cultura establecida en cuyo entendimiento y disfrute hemos sido educados.
Y las mal llamadas energías alternativas -mejor fuentes alternativas de energía-, ¿qué son?. Algo nuevo y moderno pero caro, como la solar, o peligroso, como la nuclear, o inestable, como la eólica, que nunca podrán sustituir a las fuentes de energía convencionales como la generada a partir de quemar carbón o bien algo realmente capaz de satisfacer nuestras crecientes necesidades energéticas, con un mejor rendimiento y con menos efectos nocivos para el medio ambiente que las energías convencionales. Quizás pensemos que la energía solar, la nuclear o la eólica se consideran ya como energías convencionales; pero entonces, ¿cuáles serían las energías alternativas, la geotérmica, la mareomotriz, la obtenida del oleaje? …
En mi opinión, llamamos alternativo a lo que no conocemos ni entendemos y, por tanto, no usamos o despreciamos. Mucho de lo alternativo de hoy será convencional mañana …. o pasado mañana.
Bienvenido sea todo lo alternativo. En cuanto vea una tienda de esas de perfumes alternativos entro decidido a comprar un frasco para ver si son realmente alternativos -segunda acepción de la RAE- o meramente alternativos -tercera acepción de la RAE- y no vuelvo a comprarlos.
¡Muchas gracias, Dewekkerf y Abejaruco!
Cuando yo oigo una combinación poco habitual del adjetivo «alternativo» y un determinado sustantivo, lo suelo asociar a algo negativo o raro. Me imagino que este adelanto de lo que en principio es solo una posible negatividad resultará algo extraño, ya que normalmente decir que algo es alternativo significa solamente que es una opción más. E incluso me ocurre con combinaciones más conocidas; cojamos, por ejemplo, «itinerario alternativo». Si tengo que tomar un itinerario alternativo de tráfico por obras en un determinado punto de mi viaje, ya pienso que el trayecto va a ser más largo, que voy a tardar más, etc.
Buen fin de semana. Un cordial saludo.
Hola: ¿Ha sido bueno el fin de semana?
🙂
Estoy de acuerdo contigo, Abejaruco, en que éste es un curioso asunto. Como observador, que no como experto (ya me gustaría) del complejo campo de la semántica, opino que merece la pena detenerse unos minutos en la página del DRAE que define «alternativo, va» a fin de sacar algunas conclusiones sobre el uso cambiante que hemos dado a ese adjetivo en las últimas décadas y que ha generado ambigüedades como las que señalas en tu comentario.
En efecto, si alguien mencionase la medicina alternativa o los perfumes alternativos (los «perjúmenes», que diría Mejía Godoy) al pronto no sabríamos si situarnos mentalmente en la 2.ª o en la 3.ª de las acepciones que figuran en dicha página, tal como tú has explicado perfectamente. Pero fíjate en que esa disyuntiva no existiría si fuéramos más jóvenes. 🙂
Bueno, es una forma de decir que en 1992 –que es el año de publicación del ejemplar que tengo en mis manos– la 21.ª edición del DRAE no recogía en la página del repetido adjetivo la que ahora es 3.ª acepción. Y fue en la siguiente edición del diccionario donde los académicos introdujeron un nuevo concepto de «alternativo, va», sin duda movidos por ese desvelo constante «para mantener actualizado el cuerpo de la obra» (preámbulo del DRAE), pero con tan mala suerte en este caso concreto que el resultado, si bien amplía conceptos, da lugar a confusión.
Lo dicho hasta aquí puede ser creíble, pero lo que ahora sigue debéis ponerlo en cuarentena porque son elucubraciones mías:
Respecto a la 2.ª acepción de este adjetivo, me gustaría tener a mano ediciones del DRAE anteriores a la 21.ª para poder dar como cierto lo que en este momento sólo es una conjetura por mi parte, es decir, mi convencimiento de que la 2.ª acepción de este adjetivo no existía hace 50 ó 60 años (además de intuirlo, en cierto modo me baso en que en un Espasa-Calpe que yo he heredado, editado en 1956, sólo figura la 1.ª acepción de «alternativo, va»).
Y siguiendo con mi hipótesis, entiendo que el concepto único de «alternativo, va» se quedó corto desde el momento en que este adjetivo empezó a utilizarse incorrectamente como sinónimo de «opcional» y, en consecuencia, hubo que pensar en ampliar el almacén de las acepciones porque llegaba más mercancía. Y digo «incorrectamente» porque «alternativo» implica alternancia, es decir, lo que supone, por ejemplo, el funcionamiento de la luz intermitente de los coches, que tanto les cuesta poner a algunos, o la corriente alterna o alternativa, que cambia de sentido repetidamente o, por pasar de la física a la política, lo que viene sucediendo con los gobiernos de algunos países: ahora demócrata, luego republicano, después otra vez demócrata y así sucesivamente.
Es posible que la confusión que ha habido acerca del adjetivo «alternativo, va» se deba a que existe el sustantivo «alternativa», que significa «Opción entre dos o más cosas» y esto ya es diferente porque no implica la alternancia que exige la 1.ª acepción del adjetivo.
Parecerá un juego de palabras este ejemplo: es correcto –y antes también lo era– decir que si la Operación A no funciona, una alternativa (sustantivo femenino) podría ser la Operación B, pero en en el pasado no era correcto decir que la B fuera una Operación alternativa (adjetivo femenino) porque la A se había desechado y por lo tanto no podía haber alternancia. Chocante, cuando menos.
Pero con la aparición de la 2.ª acepción, ese embrollo ha quedado solucionado. En este sentido, he de decir que me gusta mucho la versión que ha dado el Diccionario Larousse (y, por el contrario, no me gusta nada la del DRAE, pero ahora no diré por qué, a fin de no prolongar vuestra somnolencia) :
ALTERNATIVO, A.
1. Adj. Que se dice, hace o sucede con alternancia.
Ejemplo: movimientos alternativos del péndulo
2. (Adj.) Que ofrece una opción.
SINÓNIMO: opcional.
3. (Adj.) SOCIOLOGÍA: Se refiere a los movimientos sociales y a los colectivos que promueven posibles modos de vida y sistemas de producción diferentes a los impuestos por las sociedades industriales.
© Larousse Editorial, 2012
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Ya digo, imaginaciones mías.