Hello everyone,
I’m sure we’ve all had good and bad experiences at the doctor’s surgery and at the hospital and the anecdotes could be innumerable, but on a score of 1-10, how would you rate your health service? There are so many factors to be considered here that it’s not easy to give a rating.
I’ll start off on the subject of the time that these professionals dedicate to us. I know they have long waiting lists everywhere (in some specialities more than others). Even the local family doctor/GP has so many minutes per patient on his/her schedule. But how strict are they about it? In Spain a family doctor has definitely always granted me and mine the time necessary to solve a problem or worry or he/she has passed us on to a specialist who (eventually) also did so.
From relatives in England I know that the time per appointment is rigourously respected. When an aunt of mine went on to say (after 3 minutes) «Yes, Doctor, but I also feel…», she was cut short and told «Time’s up. Please make another appointment».
I’m fortunate enough to have had very little contact with doctors for myself, but so far I’d give the health service a 7 or 8 out of 10 in Spain regards the time issue. I’d give the doctors themselves a 9 or 9.5. They seem to juggle it to the patient’s benefit at their own sacrifice.
Any opinions?
Regards to all
Hola de nuevo a todos:
Me gustaría aclarar que la opinión que di anteriormente está basada más que nada en médicos especialistas. Voy muchísimo menos al médico de cabecera, pero coincido con Monic en que en algunos casos las esperas son eternas y, además, con ella, Nibbles y Madri en que esta demora no importa tanto.
Disculpa la tardanza en atender tu petición, Nibbles: encantada de contar otra experiencia en otro país. Lo que voy a relatar sucedió pocos meses después de llegar a Moscú. Voy a escribir en español.
Eran más de las diez y media de una noche especialmente fría y había acabado mi última clase del día. Esa noche me había quedado un poco más tras la clase porque tenía que poner al día unos registros y el guarda cerró justo detrás de mí. De camino al metro, vi que un colega estadounidense, James, estaba sentado de manera extraña en el bordillo nevado de la acera. Estaba muerto de dolor y no se podía mover. Ninguno de los dos hablaba ruso, por lo que no podíamos llamar a urgencias. Teníamos un número de teléfono de la escuela para emergencias, que atendía un empleado bilingüe (ruso-inglés), y lo primero que hice fue llamar. Insistí varias veces y nadie contestaba. Decidí volver a la escuela por si acaso me podía hacer entender con el guarda, pero enseguida me di cuenta de que él no estaba por la labor de ayudar. El caso es que ya había hecho buenas migas con una rusa que trabajaba en la misma escuela y que hablaba perfecto inglés, así que la llamé. Ella sí respondió y prometió llamar a una ambulancia por nosotros.
Al cabo de una hora eterna y gélida, paró delante de nosotros una especie de furgoneta. Salieron dos tiarrones que empezaron a hablarnos, y acabaron gritándonos. Huelga decir que no entendimos ni una sola frase. Hartos, los hombres cogieron a James, uno por la cabeza y el otro por los pies y lo tiraron, literalmente, a la parte de atrás de la «furgoneta». Mi colega no paraba de chillar de dolor y yo, con el único motivo de no dejarle solo, me subí y me puse a su lado. Cerraron el portón y comenzamos la marcha hacia un destino incierto. El hombre al volante conducía como si estuviese participando en un eslalon. Entre intento e intento de no darme contra las paredes ni con la puerta trasera, llegué a pensar que nos habían secuestrado. Cuando frenó, abrió el portón y vi el hospital, me tranquilicé un poco. James solo hacía que quejarse. Trajeron una camilla de dentro del hospital, le subieron a ella con la misma «delicadeza» que antes y nos dejaron en lo que parecía la admisión del centro. Otra vez la lucha por hacerse entender con el personal del hospital y de nuevo un fracaso absoluto. Estaba a punto de llamar a esta colega rusa para que ejerciera de intérprete cuando apareció una enfermera que sabía inglés. Qué alivio. Llamé a la novia de James, otra profesora, y en cuanto llegó, me fui para casa.
Y, a modo de colofón, van un par de comentarios. Luego se supo que James había sufrido una lumbalgia aguda. El guarda que he mencionado es normalmente un hombre de cierta edad que se gana unas perrillas quedándose de noche en edificios públicos como ese con el fin de protegerlo.
Un cordial saludo.
Hello to everybody.
nibbles, sorry I didn’t read your previous reply…
Here in the use everything is money. And to say «politically biased» is a way to refer to this as «politically correct» 😉
It has gotten worse now with Trump.
It is a pity to see this country go down the drain.