Buenos días:
Yo creo que hay muchos blasiteros a los que les gustaría hablar de todo un poco, de pequeñas o de grandes cosas, de sus impresiones, de sus puntos de vista sobre esto y aquello… y resulta difícil encajarlo en otras secciones de nuestro Café.
Por ello, propongo que quien lo desee se explaye en esta entrada utilizando el recurso del diálogo o de la conversación entre varias personas, y pueda así «dejar caer» su parecer sobre lo que quiera que sea, en serio o de manera informal, sin necesidad de orden ni de concierto (tal como vayan surgiendo las ideas) y sin ningún temor, ya que aquí no vamos a dejar entrar a esos fornidos enfermeros. 🙂
La única condición que se impone es que las frases vayan rimadas.
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Y, por hablar, me toca:
SOBRE EL TIEMPO.
Nieto: La maquinaria que mueve el tiempo
nunca deja de avanzar, abuela.
Abuela: ¡Y qué prisa tiene –no lo entiendo–
ese que le da a la manivela…!
N: El tiempo se mide, aunque es un concepto abstracto
y lo acotamos en días, en meses, en años…
Ab: Ya, pero cuando comprobamos el resultado,
lo que hemos medido no existe: es el pasado.
N: El tiempo perdido de joven, ¿se puede recuperar de mayor?
Ab: Ni lo pienses, hijo: ese está más perdido que el barco del arroz.
N: En muchos deportes hay que luchar contra el tiempo,
y una simple décima es muy importante, abuela.
Ab: Yo siempre he valorado muchísimo ese esfuerzo
pero valoro más la décima o espinela.
N: ¿Por qué recordamos mejor los tiempos buenos que los malos,
las horas de moral alta frente a las de moral baja?
Ab: Porque la memoria, como la vida nos da tantos palos,
así nos defiende para que no rompamos la baraja.
N: ¿Y tú concibes el tiempo sin final, es decir, la eternidad?
Ab: Cuesta pensar en ese concepto, aunque lo consigo captar;
pero lo que no cabe en mi mente, es eso mismo hacia atrás:
que algo haya existido siempre, sin un principio, sin empezar.
N: (Uf, esto es mucho para mí;
mejor cambiar de tema, sí).
La célebre Feria de Abril,
con mayo viene a coincidir.
Qué rabia les da a los de aquí;
verás como van a decir:
«¡Esto no se puede admitir!
¡La tradición se va a incumplir!».
Ab: Pues a mí, plin.
N: Prepárate para algún desastre:
¡este año ha comenzado en martes!
Ab: Pues no voy a poder con más lastre,
yo casi estoy ya para el arrastre.
N: De la vida en general, ¿qué sensación experimentas
con la perspectiva de haber cumplido ya los noventa?
Ab: Que la mayor parte no trae cuenta, hijo, no trae cuenta.
N: Pero recordarás momentos bellos…
Ab: Algunos, sí: ¡Ay, qué tiempos aquellos…!
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Abrazos.
Buenas tardes:
.
¿Confesión?
—Es tan grande el problema que tenemos
-no dejo un momento de darle vueltas-
que me siento incapaz de resolverlo.
Por ello, de la forma más sincera
digo que la gestión de mi Gobierno
ha sido, en todo, de lo más funesta,
por lo que hay que buscar a un grupo experto
que sin más dilación tome las riendas
y arregle el descalabro que hemos hecho:
la ruina absoluta de nuestra hacienda
que ha causado mi equipo, y yo el primero.
Hago, pues, oficial que en esta fecha
presento mi dimisión, y al mismo tiempo
pido perdón por las infamias hechas
y el dolor que he infligido a nuestro pueblo.
—Riiinnnn. Son las siete en punto. Son las siete en punto. Riiinnnn…
——-
Madre e hija, joven, comienzan a charlar sobre el actual confinamiento de Madrid.
—Mamá, ¿por qué Madrid es especial
y no se la deja decidir sola,
pero sí el País Vasco fue especial
y se le dejó hacerlo todo sola.
—Hija, serán circunstancias distintas.
—¿Por qué no hacemos lo mismo que aquellos
y Cataluña y pedimos más pasta
por apoyar al gobierno de aquellos
y tener más favores y más pasta?
—Somos comunidades variopintas.
—¿Vario qué? Es que me hablas superraro.
¿Significa ser idiotas o qué?
Van y nos confinan, y es todo raro,
¿es que van a por nosotros o qué?
—Verás, …
¿Seguirá? Aunque no sé si la hija o la madre tendrán fuerzas para poner por escrito todo lo mucho que queda por decir sobre este tema, acerca de mi comunidad y de todo el país.
Dedicado a la soberbia, inconsciencia, injusticia, mal obrar y, ante todo, hipocresía de casi todos los presentes dirigentes de este país, o lo que queda de él.
Buenos días:
Es para estar más que indignada, Blasita. El juego que se traen está claro, pero hay muchos que aún no se han percatado de ello.
Al hilo de ese propósito, he hecho la siguiente conversación rimada. Tiene la peculiaridad de que la métrica es creciente. (Otra tontería de las mías):
—Qué bien les ha venido la pandemia (11)
y qué hábilmente la están utilizando (12)
para llevarnos a todos a la miseria. (13)
—¿Y para qué les va a servir a los de ese bando (14)
conseguir que en nuestro país haya pobreza extrema? (15)
—Sencillo: para que tengamos que vivir suplicando (16)
que nos den algo para comer, como hacen en Gentezuela*; (17)
y de esa manera ellos tendrán siempre la sartén por el mango, (18)
ya que si no eres «bueno», no tendrás nada que echar a la cazuela. (19)
—–
* El apodo no es por el pueblo, lógicamente, sino por los que mandan.
Buenas tardes:
Sigue el diálogo entre los dos hermanos extraterrestres:
.
—¿Tú crees que el socorrismo es una opción política honesta?
—Sí, y en la práctica lo es si su líder es honesto.
—Pero ¿y si ese líder se asocia con gente perversa?
—Puede ocurrir. ¿Y a qué gente perversa metes en esto?
—A separatistas, totalitarios, gente violenta…
—Ya, conozco el caso: no es un socorrista verdadero
sino un impostor que con líos, mentiras y promesas,
lo que realmente quiere conseguir es poder y dinero.
—Entonces, ¿por qué los socorristas de bien no lo echan?
—–
Buenas tardes:
Madrid:
—Para nombrar a quien nos tiene en este sinvivir
creíamos haber agotado los adjetivos,
pero se ha ganado uno nuevo: el de ‘vengativo’
por ese impulso de soberbia y de rabia infantil.
—Tiene un cuadro clínico de lo más amplio y surtido,
¡¿y él es quien de esta ruina nos tiene que redimir?!
—De momento lo que ha perpetrado es dejar hundido
a un pueblo que con esfuerzo empezaba a resurgir,
al imponer órdenes propias de absolutismos,
para intentar desbancar a quien sabe dirigir,
y hacer del lugar el mayor enjambre de mendigos.
Pongamos que hablo de Madrid.
—–
Clic.
Buenos días:
.
Nuestro salvador:
—Confinaremos a los que pasen de mil.
Bueno, mejor a los que pasen de quinientos,
aunque, pensándolo bien, me parece a mí
que un mejor límite sería el de doscientos
o incluso cien, y dejamos de discutir.
—¿¡Qué dice!? Usted no está bien de la cabeza,
porque si aplicase ese límite de cien
obligaría a confinarse a España entera.
¿Acaso no maneja los números bien?
—Hombre… sí, pero entienda que yo soy de letras.
—–
Buenas tardes:
Siguen conversando los dos hermanos extraterrestres. Uno de ellos acaba de llegar pero es muy observador, y y el otro ya lleva aquí algún tiempo y conoce de qué pie cojeamos.
—Observo que los que mandan tienen una frase
que tanto la usan, que a mí me produce asombro.
Sirve para cualquier pregunta que les hacen
que no quieren contestar, puesto que en el fondo,
saben bien que son los autores del desastre,
de haber dejado así este país: hecho escombros;
y siempre responden igual para zafarse:
«¡Menos criticar y más arrimar el hombro!»;
y rematan recordando alguna acción de antes,
de años atrás, realizada por los otros
aunque no tenga que ver con ese debate.
—Hermano mío, veo que has captado bien cómo funciona ese estamento,
de modo que podrías dedicarte a la política en cualquier momento,
pues has visto ya que aquí para debatir no necesitan argumentos,
y que el juego limpio, la verdad y la dignidad les importa un pimiento.
—–
Buenas tardes:
—Tenemos por aquí a un procomunista acérrimo
que, para desgracia, se está haciendo celebérrimo.
Propugna un régimen que él considera integérrimo
y asegura que supondrá un panorama ubérrimo
para nuestra nación, y al mismo tiempo libérrimo.
—Ya, el régimen que torna a un país en misérrimo,
igual que el de Venezuela, que es más que paupérrimo.
—Pues a este tipo le auguro un porvenir nigérrimo.
—Ojalá, sería muy salubre: salubérrimo.
—–
Buenas noches:
Conversación de dos personas de distinta cuerda política:
—Han tardado nueve meses, Luis, como en un embarazo,
en proporcionar las mascarillas a un precio coherente.
—Pero está justificado, Rafael, este retraso
porque no ha tenido ni un momento libre el dirigente
para dedicarse a asuntos menores, habiendo casos
mucho más importantes que ese y también más urgentes;
razón por la que él daba preferencia en su despacho
a pensar en el modo de beneficiar a la gente.
—Ha estado muy bien tu intento, Luis, pero has tenido un lapso,
ya que acabas de decir «la» y no «su». Es evidente.*
—–
* Clic.
Buenos días.
¿Ha hecho el director de la empresa propósito de enmienda?
.
—Juro que voy a hacer un pacto de dirección coherente:
Nos aliaremos esta vez con los grupos más honrados
para combatir con rigor esta crisis inclemente.
Atrás quedarán los subjefes que están de decorado
y la alianza con los que solo buscan enriquecerse
(cosa que muchos incautos todavía no han captado).
Así que ya podréis confiar en el equipo dirigente.
Hoy lo anuncio con toda solemnidad, y queda firmado
en La Villa, a veintiocho de diciembre de dos mil veinte.
—Directoor: tras revisar sus discursos somos conscientes
de que no era preciso decirlo el Día de Inocentes.
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