No creáis que el asunto no es serio, porque queramos o no, todos tenemos que comer. Y para poder comer, hay que cocinar.
Estoy segura de que entre vosotros hay más de un aficionado que se remanga de vez en cuando para sorprender a la familia o a los amigos. De eso se trata, ¿qué os parece si compartimos experiencias que giren alrededor de la comida? En cualquier ocasión y lugar, en casa, de viaje, en el colegio…
Cualquier cosa: anécdotas, curiosidades, preferencias, preguntas, respuestas…
A ver si descubrís qué hay en la fuente de la foto.
Es tradición en mi pueblo que el día de san Marcos (25 de abril) las madrinas regalen a sus ahijados una «opilla» (significa el bizcocho en euskera). Normalmente lo hacen hasta que estos se casan y la costumbre dicta que ha de llevar encima tantos huevos cocidos como años va cumpliendo la criatura, así que os podéis imaginar el tamaño que podría alcanzar la tal opilla. Esto casi nunca se cumple y todo el mundo acepta que, como mucho, puede llegar a 4 o 5, que ya está bien, y ahí se queda. Ese bizcocho va decorado de forma atractiva para los niños y no le puede faltar un pollito.
La tradición obliga a llevar a bendecir la opilla en la parroquia por la mañana y por la tarde, en romería, comérsela en el campo por la merienda. Ese día los niños no van al cole.
Pues bien, todos sabéis que mi nombre de guerra es Madri, que algo tiene que ver con una madrina, así que he hecho una pensando en este blog de Blasita. Con un huevo, como exige el primer aniversario.
Espero que haya para todos y que os guste. Es un bizcocho muy fácil de hacer. La proporción de los principales ingredientes la marca el peso de los huevos. Así que como 4 huevos han pesado 250 g, lleva 250 g de azúcar, lo mismo de harina y de mantequilla. Pero, además, por ser «opilla» de san Marcos, le he puesto 2 yogures y 120 g de almendra molida.
Un abrazo a todos
¡Muchísimas gracias, Madri!
Vaya detalle tan bonito que has tenido con nosotros. 🙂 Esa opilla tiene una pinta estupenda, no creo que dure hasta esta noche. Con tu permiso, voy a poner tu regalazo en la portada del sitio, que es lo menos que se merece.
Un abrazote.
Buenas tardes:
Muchas gracias, Madrina Madri, por la parte que me toca en esa opilla, que por su aspecto tiene que estar de miedo. Aunque no sé yo si Blasita, que es la depositaria, se podrá contener a tiempo y nos dejará algo a los demás. Sería una pena no poder probarla porque has mencionado dos ingredientes que son mi debilidad: el chocolate y las almendras molidas. ¡Mmmm! ¿No dicen que hay por ahí un pecado capital que se llama gula? Pues ese.
No lo recuerdo bien pero me parece que es la primera vez que entro yo en esta sección de Cocinillas a pesar de que ya contiene más de 60 comentarios. Y eso es porque –ya lo dije en otra sección– no sé cocinar ningún plato, nada de nada, y no tengo la menor intención de aprender. No obstante, si decae la actividad de esta sección –y eso sería una pena– me sacrificaré y haré lo que sea preciso para que tome de nuevo la dinámica que se merece. Aunque al principio me pasará, lógicamente, como a este personaje de Forges:
Se ve a la señora sentada en su sillón de la «salita», con los rulos puestos, viendo la tele. El marido, de pie desde la puerta, poniendo cara de gran chef, le dice:
–Hoy hago yo la cena: ¿Dónde está la cocina?
Este chiste gráfico y otros cinco, todos de Forges, los tiene un amigo mío en un juego de tazas de café. Ahora sólo me acuerdo de otro que tiene el mismo escenario y que, aunque no está relacionado con la cocina, lo está con la última operación del proceso cocineril: llevar la basura al contenedor:
Él: –¿Te vienes a bajar la basura?
Ella: –No.
Él: –Vale, pero luego no digas que no salimos.
Y hay que imaginarse lo que ella pensará en los dos casos.
Pasadlo bien, chicos. Un abrazo. 🙂
(Jo, como me tomen la palabra…).
Hola a todos.
Madri, gracias por mi parte también por prepararnos una opilla para la ocasión ¡y por la receta! No conocía esa tradición y me parece muy bonita. No sé por qué, pero no me imaginé que tu nick era por «madrina», y es que las madrinas de hoy en día no son lo que eran. Ten cuidado que, cocinando así y siendo tan generosa, como te descuides te van a salir ahijados por todos los lados. 😀
Yo estoy entre los cocinillas y los de Robin. Soy de las personas a las que les gusta la cocina, pero de los que se ponen manos a la obra sólo de vez en cuando. Lo que realmente me chifla es sentarme a mesa puesta y que cocine y recoja todo otro.
Tengo unas tazas (son tipo mug) con chistes como las del amigo de Robin. Jaja, son de esos chistes que no te cansas de leer.
Saludos cordiales.