Buenas noches a todos:
Como ya amenacé en el hilo entretenidísimo de “Juego con premio”, se me ha ocurrido -a mí solito- colaborar en este cada vez más ilustrado blog inaugurando una sección que le aporte variedad. Es una forma más de llegar al conocimiento de nuestra lengua, pero en vez de jugar con ella, aprovechando las posibilidades cómicas que pueda ofrecer.
Se trata de chistes en el que la mayor o menor gracia del mismo estribe en algún juego de palabras, doble sentido de las frases, sinonimias, polisemias, o…, ¡yo que sé!, todo aquello que hace que un no nativo que carezca de un buen dominio del idioma se quede in albis al oírlo, ya saben, con esa cara de frustración que ponen cuando todo el mundo se ríe menos él porque no se ha enterado de qué va la cosa. No sé si me explico. Un ejemplo, escueto e inocente:
-Omá, omá*, que las lentejas se están pegando
-Déjalas, niño, a ver si se matan.
Supongo que a un alemán con dos meses de Erasmus en Valladolid habría que explicárselo, ¿no? Supongo, también, que todos los presentes saben a que se refiere alguien cuando asoma la nariz en una olla de lentejas y la cosa empieza a oler a chamusquina, ¿no? (¡¡Espero no tener que explicar el chiste ahora!!).
Ea, pues en representación de Doña Blasi, declaro solemnemente inaugurado esta sección en la que están todos ustedes invitados con sus aportaciones y comentarios.
Reciban mis respetuosos saludos.
*Es que el niño es muy bruto. (Licencia del autor).
Queridos conblogueros:
Quiero reactivar este hilo chistero haciendo un comentario previo: considero que todos los que leen este espacio son personas adultas y formadas que no se escandalizan por leer alguna palabra grosera impropia de una educación esmerada pero perteneciente al patrimonio lingüistico de nuestra sociedad. Más cuando su uso es imprescindible para llegar al fondo del mensaje.
Todo esto lo digo porque el chiste que viene ahora es como aquellas pelis de la Transición española donde tantas actrices se despelotaban «por exigencias del guion»: la palabra soez que interviene en el siguiente chiste es inevitable, lo exige el guion. Y dice así:
Llega una chica a una manifestación cargada con un montón de cajas de preservativos. La esperan dos amigas con pancartas que la miran con cara de extrañeza.
-Pero niña, ¿a dónde vas cargá con eso?
Y la otra solo se le ocurre responder:
-Po ná, que al final me he hecho un lío. Que no me acordaba de si había que vení pa montá un follón o pa follá un montón.
(¡No me digan que no es lingüistico!).
Mucho, Milord, mucho. Y menos mal que nos había prevenido usted…:-()
Sí, buenísimo, Milord. Ay, y yo sigo sin acordarme de ninguno más, qué rabia.
Bueno días:
Con tanto daros la tabarra con el ajedrez, se me había olvidado daros la tabarra con las palabras del diccionario comentado. Pues apretad los dientes, que allá va otra tanda de disparates:
casorio
1. m. coloq. Casamiento hecho sin juicio ni consideración, o de poco lucimiento.
(No es mi caso, porque yo me lucí con mi casamiento).
biquini
1. m. Conjunto de dos prendas femeninas de baño, constituido por un ceñidor y una braguita sujeta, digo, al revés, por un sujetador y una braguita ceñida, en qué estaría yo pensando.
sextilla
1. f. Combinación métrica de seis versos de arte menor que riman alternadamente o de otra manera.
Verbigracia: esta sextilla de octosílabos con tintes romanceros:
Helo, helo por do viene
con paso firme y sereno
y aire altivo y montaraz.
Mas su mirada algo tiene
que no me agrada ni un pelo
y presiento un vendaval
que acabará con los bienes
que obtuve con mil desvelos.
¡Qué grande fatalidad!
Pues, venga, parto a la Renfe
para quitarme de en medio
¡que es el cobrador de frac!
bricolaje
1. m. Actividad manual que se realiza en la propia vivienda sin acudir a profesionales, que siempre se deja a medias y se termina con la misma palabra: porquémehabrémetidoyoenesto.
abipón
1. adj. Se dice del individuo de un pueblo amerindio, emparentado con el de los tobas, que hablaba la lengua guaicurú y habitaba cerca de los ríos Paraguay y Pilcomayo, tema que le será muy útil por ejemplo si en la primera reunión con sus futuros suegros no sabe usted qué decir.
a fortiori
1. loc. adv. Con mayor razón.
¡¡¡Sí, señor!!! Con esta expresión tan contundente va uno a cualquier parte.
bruma
1. f. Niebla, especialmente la que se forma sobre el mar, que se aprecia mucho mejor los días brumosos.
bonetazo
1. m. Golpe dado con el bonete.
(Que los curas también reciben notificaciones de multas de tráfico, ¿eh?).
biótico
1. adj. Característico de los seres vivos o que se refiere a ellos.
(Por eso, a los que propugnan la pena de muerte se les llama antibióticos).
Anejir
1. m. Refrán o sentencia popular puesta en verso.
Verbigracia, este conocido dicho meteorológico que posee una potente rima: Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del demonio.
acordonar
1. tr. Incomunicar un zona mediante una fila de tropa.
2. tr. Anudar los cordones de los zapatos.
(No sé por qué pero me comunica el Gordo, el amigo de Milord, que él sólo utiliza la primera acepción).
cazón
1. m. Pez selacio del suborden de los Escuálidos, de cuerpo esbelto de unos dos metros de largo.
(Pues ya me gustaría a mí ser así de escuálido).
ciempiés
1. m. Miriópodo de cuerpo prolongado y estrecho, con un par de patas en cada uno de los 21 anillos en que tiene dividido el cuerpo.
(No entiendo por qué llevamos toda la vida engañados, lo cual es muy malo para el ego, con los fácil que hubiera sido llamar a este bicho desde el principio cuarentaydospiés).
activo
1. adj. Diligente y eficaz.
2. m. Importe total del haber de una persona natural o jurídica.
(Ya, ya… unos cuantos bancos conozco yo que tienen muchos activos de la segunda acepción y bien poquitos de la primera).
caracul
1. adj. Piel de cordero de cierta raza, utilizada en la confección de prendas de abrigo, pero que yo, con ese nombre, no me las pienso poner.
condecorar
1. tr. Premiar a alguien prendiendo simbólicamente una medalla en su pecho mediante un imperdible, con sumo cuidado para no atravesarle la tetilla (o, en su caso, sin diminutivo).
…………
Ustedes perdonen del todo. Un abrazo.
………….
(Ea, ya está sonando el claxon. Pues hasta el próximo martes, amigos). 🙂
Robin, gran maestro, que has puesto el comentario en «Chistes lingüísticos» en lugar de en el DRAETE. Aunque, a decir verdad, el humor de tus acepciones hace difícil determinar su ubicación.
Otra cosa que tengo que envidiar además de la facultad para cantar: la de contar chistes. ¡Hay que ver la mala sombra que tengo…!
Buenas tardes:
Para dar cuerda a esta sección que se nos quedó parada, ¿os parece bien que se permita incluir aquí frases que contengan alguna paradoja? Yo creo que pueden tener cabida aunque no sean chistes, ya que también cumplirían los requisitos exigidos en esta entrada creada por don Milord. Hombre, no sé pero me parece que así es mejor porque entiendo que habría que evitar la creación de nuevas secciones así, a troche y moche, máxime cuando tengan poca entidad, como en este caso.
Para que se entienda lo de esas frases, citaré algunos casos: Por ejemplo, esta que oí por primera vez por boca de Santiago Carrillo cuando le preguntaron si era creyente: Yo soy ateo, gracias a Dios (aunque hay quien se la atribuye a Luis Buñuel); o cuando alguien aseguró que tenía una mala salud de hierro; o cuando uno de los hermanos Marx dijo: Si nos encuentran, estaremos perdidos; o la frase de aquel abuelete a su esposa: Cuando uno de los dos falte, me iré a vivir a la Costa Azul; o esta otra, ya más complicada, de aquel que tenía mucho apego a la vida y dijo que él moría por vivir; etc., etc.
A través de internet se pueden encontrar cientos de ellas, unas más conocidas que otras, pero esas que ya están acuñadas no serían válidas aquí, puesto que tienen que ser frases que se nos ocurran a nosotros (por extravagantes que sean) o que nos lleguen de algún sitio, por ejemplo de algún medio de comunicación. Sin ir más lejos, hace unos días oí a un médico decir en un telediario, respecto a ese dichoso mosquito, que hay que aplicar las medidas necesarias para que los riesgos de contagio se minimicen… al máximo (expresión que para mí no está ni bien ni mal, sino todo lo contrario 🙂 ).
No creáis que es tan difícil. Para empezar, repasad vuestros comentarios porque seguramente ya habréis escrito alguna frase de este tipo. Verbigracia, aquella que Milord (con la venia) dejó caer cuando narraba su viaje a Eslovaquia: «…porque bien deben saber que los del sur no hablamos, chillamos bajito», y la que vino poco después: «Hasta que de pronto empieza el tipo a dar gritos en su idioma que nadie comprendió pero que todos entendimos».
Yo tengo que aportar algo (si no, sería como el capitán Arana o Araña), y por eso cito una expresión que me salió el otro día cuando, comentando a Blasita un posible problema, aseguré: No soy vidente, pero lo veo venir; y si hablamos de Cyrano de Bergerac, que salió ayer a la palestra, se podría decir que es un personaje que muere en la última escena de la obra que lo inmortalizó.
También se pueden inventar noticias, más o menos tontorronas , como estas:
–Esta madrugada, un incendio ha destruido una moderna factoría de extintores.
–Se anuncian cambios en las tarifas de los taxis: la bajada de bandera subirá.
–Los acuerdos internacionales para la estabilización del precio del crudo han madurado.
–Emotivo homenaje a las monjas Carmelitas Descalzas, organizado por el Ayuntamiento de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja).
Y qué sé yo, lo que se os ocurra en esa línea, con el factor común de la contradicción, ya sea real o aparente. ¿Hace?
Un abrazo. Que tengáis un buen principio de fin de semana.
Una que nunca me ha fallado es decir en voz alta donde haya bastante gente: «Que risa que me da cuando me río», entonces espero a ver la reacción y las caras de las personas cuando les llega al cerebro, si llega … 😀
«No soy supersticioso. Trae mala suerte»
UNA DE CALVOS:
Hace unos días repusieron en televisión la película de 2009 Duplicity, dirigida por Tony Gilroy, en la que una ex agente de la CIA (Julia Roberts) y un ex agente del MI6 (Clive Owen) se pasan al espionaje industrial y entre los dos intentan robar la fórmula de un producto cosmético que sin duda haría billonaria a la primera empresa que lo sacase al mercado, puesto que se trataba nada más y nada menos que de un compuesto que definitivamente evitaría la calvicie. Es decir, ese producto que desde la época de los charlatanes se conoce por crecepelo.
El DLE lo define de este modo:
crecepelo
1. m. Producto destinado a hacer crecer el pelo para aliviar la calvicie.
Y el DUE:
crecepelo
1. m. Producto que se utiliza para evitar la calvicie.
Y, como de costumbre, la definición del DUE es más acertada que la del DLE, ya que el hecho de que te crezca el pelo (por ejemplo ese poco que queda por encima de las orejas) no alivia la calvicie salvo que te hagas un peinado a lo Anasagasti. (Con todos mis respetos a don Iñaqui. Además, él se lo toma con buen humor, vean).
Esa película me hizo pensar en la cantidad de personas que padecen de alopecia en todo el mundo, entre las cuales hay muchísimas que tienen más moral que aquel equipo famoso de fútbol y compran todo los productos que según la publicidad evitan la calvicie e, incluso, regeneran la cabellera en casos ya avanzados.
Y recuerdo que en un programa de radio, en el que intervenía un médico dermatólogo para contestar a las preguntas de su especialidad que le formulasen los oyentes (es algo habitual este tipo de consultas médicas en la radio, en las que el galeno suele terminar cada caso recomendando al interesado que consulte con su médico), en uno de esos programas, digo, salió uno de estos jóvenes ingenuos y preguntó al dermatólogo si hacía bien en gastarse el dinero en todos los productos que anunciaban continuamente contra la calvicie. Y en este caso el médico estuvo muy bien porque le contestó: «Hay dos maneras de quedarse calvo, y usted elige: gratis o pagando». 🙂 Y es verdad, no es un chiste.
Pero lo que sigue sí es un chiste, precisamente sobre una de esas personas inocentonas que se creen todo lo que anuncian:
–Hola, Manolo, te veo un poco cariacontecido.
–Hola, Pepe. Pues sí, lo cierto es que estoy muy desmoralizado porque en poco tiempo me he quedado prácticamente calvo y, francamente, no me gusta nada verme así, y fíjate, hasta mi novia me ha dejado por lo mismo.
–¡Pero no te preocupes, hombre! Tú lo que tienes que hacer es comprar en una farmacia un frasco del último grito en crecepelos, el RK245, y verás como en pocas semanas vuelves a tener todo tu cabello. Y además no se te va a volver a caer.
–¡Qué alegría me das, Pepe! Pues nada, voy ahora mismo a comprarlo.
………..
–Buenas tardes, ¿tienen ustedes el crecepelo RK245?
–Sí, señor, lo tenemos.
–Pues deme un frasco, por favor.
–Enseguida. ¿Lo quiere grande o pequeño?
–No, no, deme el pequeño, que no me gusta que se me venga el pelo a la cara. 🙂
………..
Y ya está. Un abrazo.
Esto que os voy a contar no es un chiste lingüístico, aunque lo parezca. Solo demuestra que el lenguaje no sirve siempre para entender lo que nos dicen, sino más bien todo lo contrario, y produce situaciones de chiste.
En cierta ocasión estábamos un domingo tomando café en un bar a unos cincuenta kilómetros de casa cuando vimos llegar en un flamante coche a un chico conocido, casi vecino. Evidentemente el coche era nuevecito y, como venía solo, sin la mujer ni los niños, pensamos que estaría probándolo o haciéndole el rodaje tranquilamente. Ese fue el principio de la conversación, pero a medida que él se iba entusiasmando mientras hablaba de las bondades del automóvil, nos informó de que todos los fines de semana salía a hacerle kilómetros al coche con la única finalidad de ahorrar dinero, porque le había dicho el concesionario que, cuantos más kilómetros hiciera, más económicos le saldrían. Esa era una de las ventajas de los de gasoil y así lo había entendido él.
Un abrazo a todos. Ya sabéis, si estáis pensando en cambiar de coche…
Ofú, Madri, ese es de los peores que he oido en mi vida; pero queda usted exonerada por su casi infinita buena voluntad.
Pero vamos a lo que vamos, chistes lingüisticos. Aquí algunos, de los buenos, de los breves:
(Uno de físicos)
-Mi novia me pidió tiempo y distancia, querido amigo
-Pues creo que lo que quiere es calcularte tu velocidad
Otro, otro, otro…
(Uno de matemáticos)
-Buenos días. ¿Tiene pan integral?
-No, pero puedo derivarle una tostada
Otro, otro, otro…
(Uno de químicos)
-¿Cuál es la composición química de un gato?
-Está chupao: hierro,litio y nobelio
(Esta solución se la dejo a ustedes, insignes conblasiteros. Hay que acordarse del sistema periódico)
Otro, otro, otro…, de matemáticos (hay que pillarlo, aviso).
-¿Qué animal tiene más de tres ojos pero menos de cuatro?
-Chupao, el piojo
Otro, otro, otro…, de informáticos:
-¿Un terapeuta hace el mismo trabajo que 1024 gigapeutas?
Y por último, otro de químicos:
-¿A que no sabes por qué los osos panda no se disuelven en agua?
-Ni idea
-Porque no son polares, so pavo
Juajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajua